El fútbol es dinámica de lo impensado, o al menos eso diría
Dante Panzeri si viera lo sucedido ayer en el Camp Nou. Un poderoso equipo
lleno de figuras, que más allá de tener a sus comodines en el banco (Messi y
Luis Suárez), no pudo quebrar el planteo táctico y el juego de un equipo recién
ascendido.
Durante el transcurso del primer tiempo se vio a un
Barcelona dominador desde la posesión de la pelota y con las mejores oportunidades
de marcar el primer gol del partido, aunque en ningún momento llegó a tener una
situación clara que pusiera en peligro el arco que defendía Fernando Pacheco.
Es así que a los 38’ el Deportivo Alavés se puso en ventaja tras un centro que fue
anticipado por Deyverson, ante los esfuerzos inútiles de Javier Mascherano para
evitar el remate. El tanto enmudeció a todo el estadio.
El segundo tiempo arrancó con un nuevo Barcelona que mostró intenciones de ganar el partido y de llevarse por delante al
equipo dirigido por Pellegrino. Al minuto de juego del complemento, Mathieu había logrado igualar el partido tras un cabezazo y minutos más tarde había desperdiciado una clara situación de gol.
Sin embargo, la reacción azulgrana fue disminuyendo. El
entrenador intentó que su equipo mejore con el ingreso de Messi por Denis
Suárez, pero el gran partido del conjunto de Vitoria hizo que todo esfuerzo sea nulo y a los
64 minutos, Ibai
Gómez marcó el segundo para los albiazules.
Con el marcador en contra y con poco tiempo para revertir el
resultado, Luis Enrique decidió apostar por todo lo que tenía en el banco e
ingresaron Suárez e Iniesta, pero todo fue en vano.
El fútbol dio
sorpresa una vez más, demostrando que el “chico” le puede ganar al “grande”.
Algo positivo que se puede rescatar y que les da tranquilidad a los aficionados
culé es que se vio a un Messi mejorado de su lesión, ya que en algunos momentos
mostró buen fútbol. Ahora los catalanes tienen 6 unidades y se ubican a tres
del líder, Real Madrid.
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