Un cuatro de diciembre, pero del 2011, Boca se
consagraba campeón del torneo Apertura de manera invictos y con el hecho
particular, que su eterno rival, River, estaba jugando en la segunda división.
“El que no salta se fue a la B”, bajaba desde la
tribuna de La Bombonera, que vivía la antesala del encuentro ante Banfield con
dedicatorias al Millonario que había jugado el fin de semana y había caído en
Corrientes frente a Boca Unidos. Las cargadas no tardaron en llegar: “Madres
hay muchas, pero papá uno solo Boca Unidos 1- 0 River ¿Ahora qué vas a decir?”,
“Tu abuelo – tu papá”, con los escudos del elenco de la Ribera y el correntino
en la imagen.
Sin embargo, en la previa en estadio Alberto J
Armando se vendieron remeras con dedicatorias especiales entre ellas la que
decía: “Yo te vi último, yo te vi en la promoción, yo no te vi más”. Además,
todo el cotillón estuvo acompañado del infaltable fantasma del descenso.
No cabía un espacio más en La Bombonera, que era el
principal testigo de un recibimiento magistral con papelitos, globos y fuegos
artificiales. Los hinchas lo sabían, los jugadores y cuerpo técnico también, el
Xeneize podía gritar campeón después de tres años, de manera invicta, con dos
fechas más por jugarse y con el clásico rival en la B Nacional. Nada podía
salir mal.
Y fue una fiesta, porque Darío Cvitanich abrió el
marcador a los nueve minutos y el delirio en las tribunas se empezó a sentir;
más precisamente cuando el autor del primer tanto colocó el 2-0 antes de
finalizar la primera etapa con una volea extraordinaria para que la hinchada ya
lo saboreaba y comenzaba a gritar “Dale campeón, dale campeón”. Los futbolistas
se iban al vestuario con un resultado favorable y con los aplausos del hincha,
que seguían festejando: “Desde La Boca salió el nuevo campeón”.
No obstante, eso no era todo porque al minuto de
juego Diego Rivero clavó un derechazo imposible para el arquero del Taladro. El
resultado ya era para la tranquilidad y el festejó, aunque, faltaba la
frutillita del postre: el ingresó de Juan Román Riquelme. El 10 se encontraba
en el banco de suplentes a causa de una molestia en su pie izquierdo, pero pese
a ello el entrenador de ese momento, Julio César Falcioni, lo llamó antes de
los 20 minutos para que el “Riquelme, Riquelme, Riquelme”, comenzara a bajar
desde los cuatro sectores del estadio. Los minutos pasaban y los fanáticos se
acordaban del eterno rival. Terminó el match y La Boca fue una verdadera fiesta
azul y oro.
Riquelme levantando el título
Ph: Télam
Afiches
El paso a paso
Todos los goles del campeón
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